sábado, 10 de marzo de 2007

Una aventura de la libertad en el DF




María Cortina
Lunes 5 de Marzo de 2007



Acudo con frecuencia a los parques de la colonia Condesa. Los conozco perfectamente, y ellos a mí. Hace años que nos reconocemos los árboles y yo, el lago, la mujer de los elotes, las bancas, el señor que empuja el trencito, los patos y los gansos, el hombre de las palomitas caseras. Por eso este fin de semana me llevé un susto tremendo. Hasta llegué a pensar que no estaba donde estaba. ¿Dónde estoy?, me pregunté, y en pocos segundos tropecé con un enorme letrero que alivió mi confusión. Usted está aquí, leí, y supe que la invasión de objetos no identificados en los parques y camellones de la Condesa es parte del proyecto Usted está aquí. Un proyecto en el que una veintena de jóvenes tomaron por asalto los espacios públicos del barrio y los inundaron de arte. En un rincón del Parque México, por ejemplo, brotaron de un día a otro un montón de árboles amarillos como remos que se disparan en diferentes direcciones, hacia la copa de los otros árboles, los de verdad. La obra se llama Árboles en cuarentena. Con ella, Antonio O`Connell pretende hacernos reflexionar en torno a la contaminación. Pero no solo la contaminación del medio ambiente. También la espiritual, la del alma. Aquélla que nos obliga a perder la brújula del deseo. Y es que ya pocos saben desear. Y desean lo que no desean. El deseo, visto así, se cumple. Deja de ser. Se hunde.
Miro la obra y pienso en el espacio público abierto a los deseos. Un triunfo.
Alex Bolio, otro de los artistas participantes, suplica silencio. A través de una escultura y troncos de madera pretende crear un lugar frente a la naturaleza, hacer un silencio y escuchar. Quizá el mensaje, si se consigue oír, no esté dirigido al ser humano, sino a la propia naturaleza. Pero aquí lo intenso, lo valioso de la propuesta es intentar, al menos intentar escuchar lo que no se entiende. Tal vez de ese no entender surja la palabra que se busca.
Una palabra muda que atraviese la fuerza del árbol, como el viento y las hojas.
Usted esta aquí arroja sobre los paseantes de la Condesa una catarata de sensaciones no solo visuales, sino auditivas. Los conciertos, la muestra de video, el cine, todo junto en los parques. En convivencia con los espectadores. Algunos quizá lleguen a sentir el movimiento. El movimiento permanente en el que vive y sueña esta ciudad. Y el cambio que concede quebrar el paisaje inmóvil con arte. Un paisaje que arropa al arte contemporáneo. Y hace suyas las obras. Suyas y de quienes las miren.
Mirar, participar con la mirada, desear alzar el rostro a la ciudad.
Diego Toledo colocó dos miradores en cada parque. Para mirar desde otro sitio lo que no se había mirado. Son unas bancas altas para dos personas, un espacio íntimo en medio del espacio público. La gente que utiliza este mirador descubre. La que lo mira, se descubre. Como las aves cuando se aquieta el alba.
La quietud de la muerte es también la palabra que la pronuncia: muerte.
Cualquier monumento a la muerte es un monumento a la vida, nos dice Maurycy Gomulick cuya obra Final Fantasy consiste en dos tumbas de espejos. La gente mira con curiosidad los sepulcros en los que ve reflejada su mirada. Todos miramos hacia la muerte, insiste Gomulick, el reflejo de la vida se retiene en tumbas.
La Ciudad de México ha muerto. Alguien así lo ha decretado. Pero igual que la vida humana la Ciudad de México renace. La hemos visto sacudirse en su tumba de caos y aparecer día a día con la piel de la creatividad encima. Suplicando que la saquen del encierro. Que vuelva a ser toda ella un espacio público. El lugar abierto que algún día fue. Usted está aquí abre ese espacio. Pero no solo el espacio físico, sino también el político, el colectivo, el lugar donde se comparten ideas o se confrontan valores, intereses, donde se construye y se crece. A pesar de la contaminación de los lirios, los lirios verdes que destruyen.
No todo lo verde es ecológico, opina Betsabee Romero y exhibe dos plagas verdes que nos invaden, una natural y otra urbana. En la fuente de la glorieta de Cilplaltepetl, los techos de cuatro minitaxis verdes flotan invadidos de lirios que la artista llevo a la Condesa desde Xochimilco. Fuera de control por su cantidad, por la corrupción y por su cantidad, los minitaxis son un foco de contaminación. Igual que los lirios que cierran el espacio al agua, crecen, invaden, avanzan.
Hoy la sed es también de los ríos, de los lagos y de los canales. El agua está incómoda.
Algunos habitantes están incómodos. Así se llama la muestra de arte de Usted está aquí. Habitantes Incómodos. Se refiere a la forma como ciertos habitantes de colonias específicas han reaccionado frente a las iniciativas de alguien ajeno en los parques y camellones de su barrio. Intentan hacer de los espacios públicos un espacio privado, cerrado al otro. Al diferente, al de fuera.
Usted está aquí, establece vínculos cercanos entre gente diferente. Los habitantes de la Ciudad de México. Una ciudad urgida de aventuras de libertad, de deseos, de creación, de conquista de espacios para conquistar también después los derechos de los que la habitamos. Sin que nos incomode. O nosotros a ella. Sin matarla ni morir.

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