lunes, 22 de septiembre de 2008

Tírenlos pero no los borren



Lunes, 22 Septiembre, 2008

En el edificio del Palacio de Hierro de Durango en la colonia Roma de la ciudad de México hay una placa medio perdida en memoria de Alberto Balderas, el torero que murió en 1940 en la enfermería del Toreo de la Condesa. Es lo único que queda de la sede de una época gloriosa de la tauromaquia mexicana. Cada vez que alguien pasaba por el viaducto en la noche y veía las luces prendidas del Parque del Seguro Social podía voltear al cielo en espera de la pelota de algún cuadrangular. Ahora, ahí hay otro centro comercial y ninguna placa. La semana pasada inició la demolición del Toreo de Cuatro Caminos, la misma empresa constructora que hizo las tiendas de Parque Delta hará 41 un Parque Toreo. El domo emblemático al llegar a la ciudad de México por la carretera a Querétaro será otra fila de comercios, cines y oficinas... Las tardes gloriosas de toreros, luchadores y tenistas sepultadas sin pudor. Y algún día tirarán el estadio de la Ciudad de los Deportes y la Plaza México. Le quedan pocos años al Jalisco y al estadio del Tec de Monterrey. Aunque cueste creerlo, el Azteca también tiene una cita con la dinamita. El único que podría salvarse es el Olímpico Universitario porque es patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Mientras nuestros templos deportivos desaparecen sin mayor ceremonia, la despedida ayer del Yankee Stadium fue digna de la catedral del beisbol: homenajes, programas especiales, documentales y una larga discusión sobre si debería ser un monumento nacional. Lo bueno es que en su lugar habrá un parque público y un monumento que marcará el lugar donde estuvo el estadio y no una fila de tiendas. Hasta para acabar con la historia se necesita buen gusto y decoro. velazquez@laaficion.com

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